martes, 20 de noviembre de 2007

CRECE LA “GENERACIÓN F”: CADA VEZ MÁS JÓVENES SUFREN FOBIAS Y ATAQUES DE PÁNICO.


Ahogo. Muerte inminente. Despersonalización. Opresión en el pecho. Taquicardia. Miedo al miedo. El nuevo miedo a no estar conectado, o estar demasiado conectado El ataque de pánico o panic attack aparece sin avisar y puede cambiar la vida de la persona en un instante. Según varias entidades especializadas, entre ellas el Instituto Gubel, más del 20% de los argentinos padecen trastornos de ansiedad y esa franja de edad representa el 34% de los pacientes de la Fundación Fobia Club. A su vez, las mujeres lo sufren más que los hombres. Estudiantes universitarios y profesionales precoces ya reciben la denominación de Generación F (por fóbicos) en algunos circuitos de la psiquiatría. Casi como una categoría cool asociada a tendencias, comportamientos y hábitos nuevos. Desesperanzados, con la vacilación a cuestas y el temor a perderlo todo (pareja, trabajo, estudio, amigos), los jóvenes se convirtieron en el grupo que más consultó en los últimos seis años. “Calculamos que un 20 a un 30% de la población puede sufrir algún trastorno de ansiedad”, asegura el doctor Gustavo Bustamante, psicólogo y vicepresidente de la Fundación Fobia Club. Para el doctor Enzo Cascardo, vicepresidente de la Asociación Argentina de Trastornos de Ansiedad, la Generación F “aumentó en cantidad de diagnósticos comparado con otros años y se debe a que la gente joven accede más a consultas de manera temprana. Alrededor de los 15 años se da mucho el trastorno de ansiedad social y el ataque de pánico puede sobrevenir en la mayoría. Los jóvenes tienen una intolerancia a la incertidumbre y muchos de ellos no saben cómo hacerle frente a esta situación. Las presiones aumentaron y con la globalización todo cambió”. Hasta en la casa de Gran Hermano habitó una joven de la Generación F: Mariela Montero Ríos (27), una de las últimas en salir luego de dos meses de encierro. “Tuve un ataque de pánico, fue un momento terrible. Por tres días seguidos no pude dormir, tenía miedo, me aturdían las voces de los demás, tenía dolores en el pecho y muchas ganas de llorar. Ahora trato de no tener tantos compromisos”, cuenta. La falta de objetivos y futuro, sumada a la hiperestimulación de estos tiempos atenta contra la relajación y la respiración (el ataque de pánico produce hiperventilación. Algo así le pasó a Julieta Prandi el 23 de febrero de 2005: se sentía agobiada y cansada hasta que explotó. Sufría palpitaciones y le faltaba el aire. Era puro temblor. Intuía que iba a explotar en el aire. Un médico la escuchó, le colocó un ansiolítico debajo de su lengua y estuvo en observación. “Estuve medicada y con psicólogo. Se me caía el pelo y perdí como cinco kilos. Ahora estoy en “cámara lenta”. No me quiero sobrecargar ni sobreexigir más y respeto mi horario de descanso. Obviamente, siempre tengo que tener ansiolíticos conmigo”. “A los ansiosos en general les genera mucha inseguridad no saber lo que va a pasar, no poder tener la sensación de control y por eso se vuelven vulnerables”, explica el doctor Gustavo Bustamante. Y agrega: “Creemos que el incremento en las consultas de la gente joven se debe a que reconocen su problema a través de la divulgación e información en los medios de comunicación”. Ansiedades y fobias: patologías de los tiempos modernos.
publicado por Teresa Fernandéz

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